sábado, 10 de noviembre de 2012

Crónicas miserables: Hoy es mañana

Desde hace tiempo, demasiado, cada mañana los gobernantes de este país nos sorprenden con nuevas expectativas y promesas sobre lo bien que estaremos mañana después de que muchísimas personas, las de siempre, las más modestas, lo pasen muy mal y estén mal: desahucios, cierre de empresas, aumento del paro, recortes en educación y sanidad, prolongación de la edad de jubilación o demanda de créditos para salvar personas…

¿Para salvar personas? ¿Lo hemos entendido bien? Pues no…estos créditos no están pensados para salvar personas sino para salvar a los bancos. ¿Y quién los pagará después? Ahora sí, después los pagaremos los ciudadanos de este país, los mismos que siempre acabamos pagando los platos rotos que los malos gobernantes (los que enmascaran su pésima gestión bajo el pseudónimo de crisis) van dejando por el camino y que se llevan por delante la riqueza de un país y el trabajo, las ilusiones, los proyectos, el futuro y la vida de muchas personas.

Día a día, en nombre de la crisis, nuestros gobernantes van eliminando uno a uno los logros de una sociedad que comenzaba a ser justa. Comenzaba porque la guadaña de los recortes ha decapitado aquellos pequeños logros sociales que, ni de lejos, se asimilaban al nivel de protección social existente en otros países de nuestro entorno. Estos mismos gobernantes, sin ningún pudor, se esfuerzan cada día en convencernos de que el camino de los recortes es el único posible, de que no queda otro remedio mientras observamos, con rabia y estupor, como los privilegios de los más ricos y poderosos se incrementan o, en el mejor de los casos, se mantienen intactos.

Millones de españoles nutren las filas del paro y cientos de miles de estos parados rozan ya los límites de la miseria. Entretanto, nuestros políticos y sus colegas financieros y banqueros siguen instalados en su mundo perfecto. Da igual si malversan fondos públicos, si evaden o dilapidan nuestro dinero, aquel que entre todos hemos aportado y que debería invertirse en becas de estudio o comedores escolares, en quirófanos o en residencias para mayores. Al final nunca pasa nada. Han tirado por la ventana millones de euros públicos inaugurando infraestructuras absurdas, adquiriendo mansiones, arruinando entidades financieras, viajando en vehículos supersónicos y pagando con nuestros impuestos cenorras, prostitutas y cocaína. Pero ahí siguen con sus trajes a medida, sus corbatas de marca y su aire de ladrones de guante blanco. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, ¿qué hacemos? ¿nos callamos mientras, como decía Angeles Caso en su artículo del Magazine de La Vanguardia el pasado 7 de junio, nos conducen obedientemente, como ovejitas silenciosas, hacia el viejo corral de los señores y los siervos y las grandes desigualdades del antiguo régimen? ¿Seguimos diciendo a todo amén?

Tenemos la palabra y tenemos el voto, un derecho inalienable en cualquier democracia. En Catalunya celebraremos elecciones el próximo 25 de noviembre y tendremos el derecho y la oportunidad de elegir entre diferentes partidos, la mayoría de los cuales plantean el derecho a decidir de los ciudadanos y ciudadanas. Pero también vamos a votar quién va a gobernar Catalunya y con qué políticas. Los problemas de muchos ciudadanos están presentes HOY, no mañana, por eso HOY es mañana. Nada va a cambiar de la noche al día, pero las decisiones políticas que tomen los que nos gobiernen a partir del 25N van a pesar en nuestras vidas en un sentido u otro. Como están pesando las actuales, pero van a pesar. El 25N se abre de nuevo una oportunidad para todos aquellos que creemos que otra manera de abordar los problemas es posible.

Son muchos los que se sustraen de la participación en la vida política y social y esto facilita que salgan elegidos este tipo de políticos que aplican este tipo de políticas antisociales. El poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín, 14 de agosto de 1956) definió bien lo que ocurre cuando la población, sobre todo la población más modesta, se sustrae de la participación democrática:

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".

El 25N marcará nuestro mañana que empieza hoy. Por este motivo se hace necesario que cada uno de nosotros nos preguntemos qué hago y qué debo hacer yo hoy para el mañana. Dos conceptos inseparables en la vida política y social. No seamos nosotros, como decía Bertolt Brecht, los que facilitemos las cosas a los que ya lo tienen muy fácil.
(Mientras escribo este artículo, escucho con rabia y tristeza la noticia del suicidio de una ciudadana de Barakaldo cuando la comisión judicial iba a proceder al desahucio de su vivienda).