jueves, 19 de marzo de 2015

La memoria del olvido: Homenaje a Gaspar Menor Luque

El pasado mes de agosto nos dejaba Gaspar Menor al que muchos recordamos con aprecio, en especial aquellos que con él compartimos sueños, ilusiones y vivencias en un período convulso de nuestra historia más reciente. Eran los tiempos del cólera en los que, bajo la dictadura del innombrable, lo más fácil era vivir con los ojos cerrados. Mantenerlos abiertos comportaba represión, cárcel y, en ocasiones, incluso la muerte.

Gaspar nació en Villa del Rio (Córdoba) un 18 de marzo de 1935 y, como tantos otros, se vio obligado a emigrar de su tierra buscando el sustento que los caciques le negaban: “Trabajaba muy duro, era en la carga y descarga en una estación, la carga y descarga de remolachas, y eso era durísimo, quedaba extenuado cada día, pero con eso ganaba más. También iba a segar o a cavar los olivos, ganaba dos jornales, siempre a destajo. Nos contrataban unos encargados, los señoritingos aquellos tenían sus encargados, que les llamaban los manijeros y te contrataban, te buscaban en la plaza y salía el manijero y cogía: “tú, tú, tú y tú, ¡venga conmigo hoy!”. Y si había trabajo para veinte días pues para veinte (…) o si eran cinco días, pues cinco (…). Nos pusimos de acuerdo con mi novia y le dije: “mira, yo cuando termine la mili me voy de aquí, yo no sigo de esclavo (…). Yo no aguantaba la injusticia tan grande”.

Gaspar llegó a Ripollet en 1958. Entró a trabajar en Aismalibar y allí coincidió con un militante del PSUC, Juan Hernández “el Chato”, y junto a otros compañeros crearon la Comisión Obrera de Aismalibar para, desde la clandestinidad, dar impulso a las reivindicaciones obreras. En 1965, en el marco de una huelga muy dura en esta empresa, fue despedido y a principios de mayo del mismo año detenido en una “caída” junto a la mayor parte de miembros del PSUC de Ripollet : Juan Hernández, Pere Fuster, Francisco Pena, Fernando Fuertes, Sever Bigas y su hija Victoria.

Al salir de la cárcel Modelo reinició sus actividades políticas y sindicales y entró a trabajar en Aiscondel donde, siguiendo la estrategia de CC.OO. de infiltrarse en la CNS (sindicato vertical), aprovechó las elecciones a representantes de los trabajadores para salir elegido como jurado de empresa. Con el fin de mejorar las condiciones de la vida laboral y económica de los trabajadores, lideraría con éxito un largo proceso de reivindicaciones que situaría a Aiscondel como empresa puntera de la oposición sindical antifranquista en la zona.

Fue despedido en junio de 1973 a causa de los paros realizados en Aiscondel, por peticiones propias, en el marco de la huelga general de Ripollet-Cerdanyola iniciada a raíz de mi despido en Sintermetal. Cuando le comenté que era mejor que no pararan porque nos desmantelarían la poca organización que existía en las empresas, Gaspar me contestó: “Ramón tu eres muy joven y no tienes idea. Esto es el inicio de la Huelga General Política para derribar la Dictadura”. Más tarde se demostró que fue un gran error de apreciación pero ahí estaba Gaspar con arrojo, llevando a la práctica todo su bagaje con el fin de conseguir la libertad política y sindical.



Siempre contó con el apoyo de su esposa con la que compartía las penurias económicas que su compromiso social y político comportaba. En 1977 fue presidente fundacional de la Asociación de Vecinos de Ripollet y continuó siendo un miembro activo del PSUC local y, posteriormente, del PCC. En agosto del pasado año murió como había vivido, modestamente, en la localidad de Santa Perpetua donde residía desde hacía algunos años.

Me consta que, residiendo en esta localidad recibió la visita de Dídac Fábregas, hoy conocido por una trayectoria lejana a sus inicios pero en la clandestinidad por ser uno de los fundadores de Plataformas Anticapitalistas, despedido y encarcelado en diversas ocasiones. Hace algunos años, en el transcurso de una entrevista con Dídac, éste ya me había manifestado su admiración por Gaspar: “si alguien se merece un reconocimiento en Ripollet por su compromiso, constancia y valor este es Gaspar Menor” una apreciación importante teniendo en cuenta que Dídac durante el periodo de la clandestinidad estaba lejos de la ideología del PSUC o CC.OO. como también lo estaban otras personas que, sin embargo, siempre reconocieron a Gaspar como un ejemplo de compromiso con la libertad y los derechos de los trabajadores.

A día de hoy, frente al solar que un día albergó la factoría de Aiscondel, me pregunto si éste no representa una metáfora del erial político y de falta de valores en el que se ha convertido una parte del país. He pasado varias veces por delante de este solar y he oído los ruidos de máquinas, las voces de los trabajadores en la puerta y la voz de Gaspar Menor dirigiéndose a la asamblea al grito de “Compañeros no debemos permitir,…”.

La generosidad de Gaspar no puede más que llenar de orgullo a su familia y a los que pudimos compartir con él la esperanza de un mundo mejor.

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".
Bertolt Brecht (1898-1956).
Dramaturgo y poeta alemán.

Ramon Martos Calpena
Historiador